El psicópata no tiene sentimientos ni emociones, pero tiene sensaciones

A veces, las personas comunes confunden los pensamientos del psicópata. Como hemos dicho siempre no tiene emociones ni sentimientos, lo que sí tiene son sensaciones, ya sean sensoriales, del humor o de la psique. De hecho, suelen tener buen sentido del humor, es uno de los placeres irracionales que nos anclan a las víctimas. Suelen hacerte reír, si eso es lo que te gusta en una pareja. También sienten el dolor, cuando se hacen daño, se queman, etc. Pueden tener sensaciones de enfado o frustracción, pero en ningún modo son sentimientos del psicópata. También puede tener la sensación de placer al tener sexo con otra persona u realizar algo que les seduzca.

Ya veis que son seres totalmente racionales y conscientes de su actos, pero su falta de empatía y de conciencia les hacen seres malvados y absurdos que no hacen nada por los demás que solo estafan y parasitan, emulando sentimientos que no tienen por nadie. Puedes sentir muchos placeres a su lado, a él le encanta el placer, pero os juro que no compensa con todo el tremendo sufrimiento que provocan a su paso.

Un ejemplo es su mujer enferma o un hijo, él no sufre, ya que carece de sentimientos, pero si le doliera a él, tendría la sensación de dolor y de rabieta porque no soporta nada. Ni hacen nada, ni soportan nada, ni entienden a nadie, ni sienten nada por nadie. Como veis, nos encontramos ante un ser inferior a nosotros. Podemos llamarle ser, depredador, inhumano, animal aunque algunos animales tienen más emociones por lo que ni siquiera podríamos compararle con un animal de compañía, ya que en lugar de hacerte compañía, te estresan y te tensan sin parar.

Entonces, no pongas un psicópata en tu vida porque es el desperdicio de la raza humana. Aunque para mí no son humanos, los separaría del resto y tendrían otro trato diferente. Por mucho que se tapen con su máscara de humanidad, no hay nada detrás más que dolor y desgarro de almas.

Si ayudo a una sola persona, este blog habrá merecido la pena.


Maria Yolanda Terradillos